Hace 15 días nos decidimos a empezar con la guardería. La peque ya tiene 13 meses, es muy activa y le encantan los niños, por lo que pensamos que ya era un buen momento para socializar un poquito.
Razones que nos empujaron a llevarle:
- Le encanta estar con niños.
- Está todo el día prácticamente solo con sus papás, principalmente conmigo, que hay días que sólo me ve a mi y a quien se cruza por la calle.
- Necesita empezar a tener unos horarios más marcados para estabilizar horas de comidas y sueño (y yo no soy capaz de marcarlo).
- No hay forma de hacerle comer, a ver si viendo a otros niños se anima.
Como yo trabajo desde casa, pues estamos dedicando al periodo de adaptación el tiempo que requiera la niña, pero nos da la sensación de que avanzamos muy poquito a poco.
El primer día se quedó en la guarde de maravilla, los siguientes la dejé a la hora del patio y se ponía a jugar con los niños tan tranquila.
El cuarto día, yo no sé si fue coincidencia o que tocaba, fuimos los dos a la guarde con ella, pues se puso a llorar y ya no hubo manera, a partir de ahí todos los días con lágrimas.
Los dos últimos días nos ha dicho la profe que ha estado más tranquila, que ya ha empezado a jugar con los demás niños y ha llorado menos rato.
Eso sí, tras quince días en los que va una hora diaria al centro infantil, ya hemos pillado el primer gran catarrazo de su vida.
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